Un médico de los de antes, de aquellos que aún eran
científicos y artistas y que se llamaba Abel de Lima Salazar decía, y decía muy
bien: “Un médico que sólo sabe de medicina ni de medicina sabe.” Es de la vida que nos interesa saber, y de la
vida que tenemos que saber. La felicidad
sólo es posible a través de un profundo conocimiento de la vida y de nosotros
mismos. “¿Quién sabe si vivir es estar muerto, y estar muerto vivir?” Es decir,
para entender la vida tenemos que
entender la muerte. Lo que hace que la vida sea soportable no es el amor que tenemos a la vida sino el miedo
que tenemos a la muerte. ¿Y qué podemos hacer? Podemos vivir, la mayor parte de
las vidas son como un reloj al que se le da cuerda y funciona sin saber por qué. La vida de la
mayoría de las personas es una lucha por la supervivencia, y la propia
existencia, con la certeza de perderla
al final. La mayor parte de las vidas son penosas y preocupantes para quien las
vive. Como un tambaleante sueño en el que las personas se distraen con
pensamientos triviales, ambiciones mezquinas, deseos fútiles. Y entonces llega
la pregunta…. ¿cuál es el deseo de esas vidas? ¿Vivimos para qué?
Vivimos para apasionarnos. La vida sin pasión, por la profesión y por la
propia vida, no tiene sentido. Si no nos
apasionamos, no existimos, andamos de disculpa
en disculpa para continuar viviendo. La vida no tiene sentido si no hay pasión.
No estamos en este mundo para cumplir una formalidad. Estamos en este mundo
para vivir. “Estamos hechos de sueños y nuestra pequeña vida está envuelta en
sueño” Si no nos apasionamos no existimos…
En la periferia de Lisboa se desarrolla este melodrama familiar moderno al que he visto de un tirón (tres horas), a destacar los abundantes planos secuencias y la narración (en varias ocasiones) de dos conversaciones al mismo tiempo y en el mismo plano.Y una curiosidad sobre una costumbre enraizada en el mundo moderno: En la mayoría de las escenas hay un sonino de fondo procedente de una televisión y normalmente son retransmisiones de un partido de fútbol.
En la periferia de Lisboa se desarrolla este melodrama familiar moderno al que he visto de un tirón (tres horas), a destacar los abundantes planos secuencias y la narración (en varias ocasiones) de dos conversaciones al mismo tiempo y en el mismo plano.Y una curiosidad sobre una costumbre enraizada en el mundo moderno: En la mayoría de las escenas hay un sonino de fondo procedente de una televisión y normalmente son retransmisiones de un partido de fútbol.
En palabras del propio director la película habla sobre el
amor incondicional … “el amor más profundo es el que no necesita razones para existir”.
La película no emociona, no es el clásico melodrama donde te esfuerzas para que no salga la lagrimita, pero te mantiene sentado sin moverte y sin pensar en refrescos, baño o kikos.
Quién me iba a decir a mí que vería, y que me gustaría, este enorme culebrón ….
La película no emociona, no es el clásico melodrama donde te esfuerzas para que no salga la lagrimita, pero te mantiene sentado sin moverte y sin pensar en refrescos, baño o kikos.
Quién me iba a decir a mí que vería, y que me gustaría, este enorme culebrón ….
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