Hace meses que vi "Melancholia" una
película que, quizás debido a su prólogo tan espectacular, me decepcionó
posteriormente.
Hoy he visto “Otra Tierra”(Another Earth) esperando, por la carátula y algunas imágenes, ver algo parecido a la película de Lars Von Trier, pero afortunadamente no fue así.
"En nuestras vidas nos ha maravillado como los biólogos han sabido mirar las
cosas cada vez más pequeñas y los astrónomos han buscado más y más en el oscuro
cielo nocturno, atrás en el tiempo y en el espacio. Pero tal vez la más
misteriosa de todas no es ni lo pequeño ni lo grande, somos nosotros, de cerca.
¿Acaso podemos reconocernos a nosotros mismos? ¿Y si lo hiciéramos, nos podríamos conocer a nosotros mismos? ¿Qué le
diríamos a nosotros mismos? ¿Qué podríamos aprender de nosotros mismos? ¿Qué
sería realmente lo que nos gustaría ver si pudiéramos estar fuera de nosotros
mismos y mirarnos?"
Another Earth se basa en la aparición de un planeta idéntico a la Tierra como
punto de partida para contarnos una historia intimista y sobrecogedora, el
realizador es Mike Cahill y esta es su ópera prima. En torno a una
interpretación extraordinaria de Brit Marling se desarrolla un análisis sobre
la responsabilidad y la culpa envuelto por entre los miedos ancestrales del ser humano.
Unas imágenes preciosas se alternarán con unos diálogos secos pero emotivos
y algún que otro monólogo curioso: ¿Sabes la historia del cosmonauta ruso? El cosmonauta fue el primer hombre
que fue al espacio ¿No? Los rusos les ganaron a los estadounidenses. Así que el
va en esa gran nave espacial, pero la única parte habitable es muy pequeña, por
lo que el astronauta está ahí, y el tiene ese pequeño espacio, el ve la
curvatura de la Tierra por primera vez. Es decir, el primer hombre que ve a su
planeta desde el espacio. Y se ha perdido en ese momento…. Y, de repente, un
extraño tic-tac comienza a salir del tablero de instrumentos. Arranca el panel
de control, saca sus herramientas tratando de encontrar el sonido, tratando de
detenerlo. Pero no lo encuentra, no puede evitarlo. Y sigue adelante. Pocas
horas después comienza a sentirse como torturado. Pasan los días y el sonido
continúa, él sabe que ese pequeño sonido lo torturará. Va a perder la cabeza.
¿Qué va a hacer? Él está en el espacio, sólo, en un armario del espacio. Tiene
veinticinco días más con ese sonido. Por lo que el astronauta decide que la
única manera de salvar su cordura es amar ese sonido. Así que cierra los ojos y
entra en tu imaginación, y luego ábrelos. Él no escucha el tic-tac más, el oye
música, y pasa el resto de su tiempo navegando en el espacio en una felicidad
total…. en paz.
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