Era un vencido, pasó de fabricar sueños efervescentes a
dejar de soñar y se hundió en las
profundidades insondables de sí mismo.
Se cubrió de una coraza donde el tiempo
se detuvo, para que ni la lluvia de estrellas, ni el viento del deseo le
alcanzaran nunca más.
Se asemejaba a un
agujero negro negándose a que su
luz emergiera en el horizonte de
sucesos.
Y allá, en la ardiente oscuridad, doblegaba a la vida a ritmo de
silencio.
Nadie supo más de él…
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