sábado, 2 de agosto de 2014

Violette



Que te amen locamente pero no te crean debe ser, además de mentira, bastante jodido. Que crean en ti más  no te amen sí que es mucho más verosímil, esto último es lo  que le sucedió a Violette Leduc con el amor de su vida, con su idolatrada  Simone de Beauvoir (“No se nace mujer, se llega a serlo….”).
De Simone de Bouvoir solamente he leído un libro (“La invitada”) hace ya bastantes años, que por cierto me gustó mucho. Siempre sentí fascinación por esta mujer, seguramente porque a uno le fascina aquello de lo que adolece. Aún sigue fascinándome  …. ¡Qué difícil es el aprendizaje de la vida!    
  La compañera de Sartre, su amor necesario, está  interpretada por la gran actriz Sandrine Kimberlain que prácticamente se come la pantalla cada vez que aparece. Y se asoma  fría, sin un rasgo de emoción (solo el día posterior a la muerte de su madre muestra su sensibilidad cuando se imagina a ella misma con el anillo de Agren, tal como feuilles mortes,  en su último viaje hacia  Montparnasse), sin un atisbo de ternura hacia su protegida, no amiga, y es que  Violette no estaba hecha para tener amigas…… ¿verdad Simone?

Violette, la nunca amada Violette, “la bastarda” (así se titulaba el libro con el que alcanzó la fama y la independencia económica), la que necesitaba imperiosamente ser querida hasta visitar el mundo de la locura, es interpretada por Emmanuelle Devos y está constantemente en pantalla.

El film es un homenaje espléndido hacia su figura, tal vez olvidada, posiblemente  nublada en el recuerdo por el mito de Simone. El director, Martin Provost, nos ofrece a la escritora tal cual fue en su vida y en sus propios libros, porque sus libros son su propia vida: Un desierto que abrasa …..

El Castor no estaba cautivada por Violette, sino por lo que Violette escribía sobre la mujer (“coja la pluma: sus gritos, sus lágrimas no la ayudarán, su escritura sí”),  por como descubría y describía el mundo de la mujer, por cómo se atrevía en aquella época a transgredir las fronteras férreas  e inasibles (“El pulpo en mis entrañas se estremecía”). La Beauvoir le pasaba una pensión sólo para que escribiera sobre sí misma ( “Era la primera vez que penetraba en la intimidad de la ropa interior masculina , mi mano acariciaba un montón de ternura, tocaba la piel amada  frágil como un párpado….),  sobre el mundo femenino y admiraba no sólo lo que decía,  sino  esa forma tan poética y tan noble de decirla (“haced que venga, alguien que me preste su hombro aunque tome prestado el mío, alguien que tenga su rostro cerca del mío, tengo que intercambiar mi inocencia con ella”).          

 
 En la película aparece el personaje de su amigo Jean Genet,  y referencias a Albert Camus ( editor de su primer libro: ”La asfixia”), Cocteau, el editor Gastón Gallimard, etc… más el eje de la película es ella.

Yo acabo de ver la película y en estos instantes aún sigo viendo  a Violette  por esos prados donde solía escribir dando  paseos interminables para volver más tarde, fervorosa, a su pluma y papel. Quizás, ¿por qué no?,  más de una vez sentada en la dureza de la roca y besada por la brisa de la tarde recordó la Barcarola de Pablo: ” Si solamente me tocaras el corazón,  si solamente pusieras tu boca en mi corazón, tu fina boca tus ….”





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