Una persona que se encuentra en la postrera etapa de su vida inicia un viaje
a Lincoln la capital de Nebraska para recoger un falso premio de un millón de
dólares. En su andar lleva por maletas
dos fijaciones: Poder comprarse, al fin, una camioneta
nueva y satisfacer la ilusión de dejarles algo a sus hijos antes de
morir.
Bruce Dern es el viajero que una y otra vez sale de su casa para cruzar a
pie las inmensas llanuras de ese Estado americano, ya que su mujer, June Squibb,
no le quiere llevar en su coche. Todos
sus intentos son vanos pues uno de sus hijos se encarga de buscarle y hacerle
regresar. Y es este hijo, Will Forte, quien toma conciencia de que es necesario
dejarle vivir su locura y por ello se ofrece a llevarlo a Lincoln, la ciudad donde recogería el supuesto premio.
Cuando viajamos con ellos hacia Nebraska comprendemos que, si ya de por sí, la vida es una locura, ¿no es de locos no poder vivir eternamente?, el fin de la misma no puede vivirse sino desde la misma perspectiva. Por eso, la demencia senil del viejo Woody, solo encubre su rebelión más vital ante el desastre de la existencia. Woody no esperará el fin de sus días en un centro de ancianos tal como sugerían su mujer y su otro hijo (el presentador televisivo) sino que buscará en la aventura del millón, con el pretexto de sus dos fijaciones, el sentido a su tedioso amanecer.
Cuando viajamos con ellos hacia Nebraska comprendemos que, si ya de por sí, la vida es una locura, ¿no es de locos no poder vivir eternamente?, el fin de la misma no puede vivirse sino desde la misma perspectiva. Por eso, la demencia senil del viejo Woody, solo encubre su rebelión más vital ante el desastre de la existencia. Woody no esperará el fin de sus días en un centro de ancianos tal como sugerían su mujer y su otro hijo (el presentador televisivo) sino que buscará en la aventura del millón, con el pretexto de sus dos fijaciones, el sentido a su tedioso amanecer.
El resto (resumible en una sola palabra: reencuentros) que es casi toda la
película, lo veis y analizáis vosotros, pandilla de vagos.
Un par de cosas más: La primera el
director, Alexander Payne, por el cual tengo debilidad desde que le vi “Entre
copas”, y que me parece que conjuga esa, difícil mezcla comedia- drama, de una
forma muy sutil, muy creíble y muy honesta.
La segunda
la música: Extraordinaria. y envolvente.
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