Los alumnos de un colegio de primaria canadiense han vivido una tragedia en su aula: El suicidio de su
profesora. Y ese es el punto de referencia, a partir de entonces, de unos
niños de once- doce años. El misterio de la muerte, el cómo sobrellevar el
dolor, las eternas preguntas incontestables: ¿Por qué? ¿Por qué ella? ¿Por qué
nosotros? ¿Por qué aquí?.
Y a todo esto llega un argelino que se ofrece para ocupar el puesto, quizás con métodos de
enseñanza diferentes, el nuevo profesor deberá intentar luchar contra eso de.......”
pues la profesora hubiera hecho esto así”.
Lazhar lleva consigo la más mortal de las heridas, el dolor más
imperecedero, sabe que el resto de su vida ha de convivir con lo más
terrible. Inmerso en su propia tragedia trata, por
encima de la voluntad de los padres (usted limítese a enseñar, no a educar) e
instituciones, que los niños miren de frente a la muerte para comenzar de
alguna manera a restañar tanta y tanta herida, para comenzar a darle al aula el
espacio que le pertenece, un lugar de
vida y por tanto de esperanza.
Una película emotiva, un final muy emotivo, sin alardes, si aspavientos,
sencillo. Las lágrimas de la cría, al despedirse de su profesor, desvelan lo que aprendió y que desgraciadamente eso que aprendió no lo aprenderá jamás en un aula y ni siquiera
en su casa…..
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