jueves, 2 de abril de 2015

El hilo rojo



A veces, cuando la noche dictaba su sentencia y Morfeo ya ejercía sin la más mínima oposición, se levantaba silenciosa, cogía papel y pluma, y transcribía una sensación, un sueño, una emoción, un sentimiento.
A veces dejaba ver un hilo rojo, que nacía de su dedo meñique, que se prolongaba hacia lugares remotos entre sueños y despertares.
Recuerdo que una noche miró a la muerte y la llenó de vida, la destripó, la dejó a  sus pies, yerta, ilusa, avergonzada......
Tal era la fuerza de los cientos de kilómetros en rojo.

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