Cuando tienes un Fassbinder incólume durante meses en tus
existencias cinematográficas es como si tuvieras el libro de un clásico por
leer, un buen vino por beber, un bosque por descubrir, un amor por llegar….
Petra.y Alí me llegaron juntos. Sin pérdida de tiempo visioné las
lágrimas de Petra que bastantes años antes había visto derramadas. Después de
Petra tenía que dejar a Fassbinder en la más absoluta de las reservas, llegaba
muy a las honduras, te desarmaba, te
dejaba exhausto, así que traslúcido dejo pasar los días, las semanas, los
meses…Hasta que amaneces transparente un
día, vuelves la mirada hacía Alí y sabes
que estás preparado para lo que se supone un
festín cinematográfico, es cuando empiezas a desear, a anhelar e incluso
a relamerte antes de hincarle el diente al supuesto technicolor.
“Todos nos llamamos Alí” es del año 1974 y Fassbinder la
rodó en quince días.
La película no puede ser más actual, pues trata del ser y
querer de un marroquí en una Alemania xenófoba. Alí saca una noche a bailar a
una mujer alemana que ronda los sesenta años y que en un rincón de un viejo bar
bebe, en soledad, una coca-cola. La mujer siente que se alarga el abrazo de Alí
más allá del baile, Alí la acompaña a casa, ella le pide esa noche que se quede
a dormir y Alí se queda muchas más.
En más de una ocasión he señalado la conexión Douglas
Sirk-Fassbinder, pues bien cuando avanza la película de Fassbinder te vas
acordando de un Rock Hudson jardinero que se relaciona con una mujer bastante
mayor que él. Inmediatamente que termina Alí buscas y buscas hasta encontrar el
título de Sirk (“Sólo el cielo lo sabe”) en la que está basada la película. Así
que es un remake de un alemán sobre una película hecha en Estados Unidos, veinte
años antes, por otro alemán.
Douglas Sirk nos contó en el maravilloso color de los años
cincuenta un idilio no tolerado debido a la diferencia de edad entre una rica
mujer y un jardinero muy guapo.
El color, el ritmo, la música, la temática hace que la película de Sirk sea un clásico y
un gozo para aquellas mujeres que a veces, en grupo, se reunían para escuchar
la novela radiofónica del momento. Pero como es un cine de calidad a mi, como a
tanta gente, siempre me envolvió, y aunque muy previsible, por lo bien hecho,
siempre llegué al final de sus películas, incluso a medida que fui
evolucionando volví a verlas en las sobremesas de aquellos sábados.
Fassbinder nos describe un mundo en crisis, donde el
emigrante es explotado al mismo tiempo que rechazado. No es un mundo en
technicolor y la no aceptación de la
pareja por la diferencia de edad pasa a
ser un simple añadido a la xenofobia.
Es curioso como, al volver de su viaje y cuando por la causa que fuere, que no
viene a cuento contar aquí, la desaprobación, la exclusión y la desestimación
del mundo que les rodea comienzan a disminuir, entonces es como si se quedaran
un poco huérfanos de algo que les hacia mantenerse aún más unidos y es a partir
de ese momento cuando, al pasar a ser una
pareja normal para muchos, comienzan a mirarse a sí mismos, y el amor, antes como una roca,
comienza a erosionarse.
¿Resumimos? Sirk roza, en su gran película, la frontera con
el sentimentalismo. Fassbinder habla de la cruda realidad, una realidad que en
estos tiempos dejó de rozarnos para entrar de lleno en nuestras vidas.
Curiosidades: El actor que interpreta a Alí fue su amante en
la vida real y Fassbinder tiene en la peli un pequeño papel encarnando al más
intransigente y racista de todos los personajes.