¿Tú has sentido el placer de
mirar? No algo concreto que te parezca hermoso
o atrayente, no a una Monica Bellucci ni a un Jude Law sino
mirar simplemente. Pues es eso lo que le noto al protagonista de esta historia verdadera, su mirada, su gran mirada, su humilde mirada,
su enternecedora mirada, su mirada de siglos, su mirada al Universo estrellado,
su magistral mirada haciendo importante a todo aquél que se cruza en su camino,
su mirada al pasado, a aquellos compañeros que siguen teniendo la
cara de entonces mientras él continua viendo la suya envejecida. El singular placer de mirar….
Es una historia de
reconciliación, va a buscar a su hermano que se encuentra a más de quinientos
kilómetros de distancia para hacer las
paces pero en realidad lo que quiere es reconciliarse consigo mismo, con la
vida.
Es una historia de necesidades, la necesidad de hacer el viaje a su manera, para que cuando su hermano le
mire sepan que no hacen falta ya las palabras, sino la mirada, recobrar esas
sus tan necesarias miradas de antaño hacia
el cielo estrellado, como cuando eran críos, esperando la madrugada...
Una historia verdaderamente épica
sobrada de lirismo.
Que nadie espere ver al David
Lynch de “Blue velvet” , “Corazón salvaje” o “Mulholland drive” . “Una historia
verdadera” quedará en la memoria como un clásico, como una película de las de
antes, lineal, sencilla y encantadora.
Y que no te pase como a mí, que
veía las fotos de este hombre viajando por la carretera en la cortadora de césped y me imaginaba una historia tediosa, así que fui postergando el visionado durante años
hasta hace un par de días.
Por cierto la historia es verdadera.
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